Las ciencias de las letras (ʿIlm al-Hurûf) , Ciencia Mística de las letras y la Alquimia - (Parte III)

Jâbir ibn Hayyân y la Alquimia

Sobre la figura de Jâbir(1) se mantiene una áurea de misterio y hermetismo; más aun cuando no ha sido posible precisar la autoría de la inmensa obra jabiriana. Las opiniones al respecto han girado en torno por una parte, a la tradición que establece que Jâbir, habría vivido en el siglo II/VIII, siendo discípulo del VI Imâm Ya´far, y autor del voluminoso corpus jabiriano, que consta de aproximadamente tres mil textos. Entre los defensores de esta postura, destaca el profesor Holmyard; en el lado contrario, Berthelot insistiría en el carácter imaginario-simbólico de Jâbir; idea que sería tomada por Paul Kraus, quién sostendría a partir de sus investigaciones, la pluralidad de autores; en torno a un núcleo primitivo, que habrían configurado varias compilaciones en un orden que sería posible reconstruir.

Según Kraus dicha obra dataría de los siglos III/IX- IV/X, y no del siglo II/VIII, como lo habría postulado Holmyard. Una posición intermedia sería asumida por Ruska; quién excluiría la influencia directa del Imam Ya´far, pero admitiría una tradición que se remontaría a Persia. Por su parte, Corbin afirmo, en base a la información que pudo rastrear en las fuentes shî´itas, la influencia directa del VI Imâm como maestro de Jâbir, estableciendo además la relación con el ismaelismo, escuela en la cual, la doctrina jabiriana de las balanzas habría perdurado. Un dato de interés a este respecto, fue proporcionado por el alquimista Jaldakî, quién afirmo que hubo un alquimista de nombre Jâbir ibn Hayyân, discípulo del VI Imâm y adepto del VIII Imâm Rezâ, quien falleció finalmente en Tûs (Khorasan) alrededor del 200/804.

De todo lo antes dicho, vemos que no existiría una contradicción en admitir que algunas colecciones del corpus jabiriano tuvieran una autoridad plural, pues la figura de Jâbir, terminó tomando una significación que supero los limites de un situs fijado e inmovilizado en la cronología.

En este entrada me centraré en la teoría jabiriana de la Balanza (mîzân), que como lo señalo Paul Kraus, represento la tentativa más seria por establecer un sistema cuantitativo de las ciencias naturales en la Edad Media. Pero no debemos de caer en el error, de considerar el sistema jabiriano como un simple capitulo de la historia primitiva de la ciencia, pues se trato en realidad de una visión del mundo global; pues la ciencia de la Balanza tiende más bien a englobar todos los conocimientos humanos; no estando tan solo restringida a los tres reinos del “mundo sublunar”, abarcando también los movimientos de los astros y las hipóstasis del mundo espiritual. Citando el Libro de los Cincuenta: “hay Balanzas para medir la Inteligencia, el Alma del Mundo, la Naturaleza, las Formas, las Esferas, los Astros, las cuatro cualidades naturales, el Animal, el Vegetal, el Mineral, y, finalmente, la Balanza de las letras que es la más perfecta de todas”.

El propósito de esta “Ciencia de la Balanza”, es descubrir en cada cuerpo la relación que existe entre lo manifiesto y lo oculto (zâhir y bâtin, exotérico y esotérico); de esta forma, la operación alquimia se presenta como el ta´wîl (2) por excelencia, a través del cual, se persigue ocultar lo aparente, y hacer aparente lo oculto. Como explica en detalle el Libro de la arena de la Inteligencia (Kitâb maydân al´aql): “medir la Naturaleza de una cosa (calor, frió, humedad, sequedad), es medir las cantidades que de ellas se ha apropiado el Alma del mundo”; es decir, la intensidad del deseo del Alma descendiendo a la materia; dichos en otros términos, el principio que está, en el origen de las Balanzas deriva del deseo que el Alma experimenta por los Elementos (mawâzîn). De lo antes dicho, se puede decir, que es la transmutación del Alma volviendo a sí misma lo que va a condicionar la transmutación de los cuerpos; en donde el Alma, es el lugar mismo de dicha transmutación. En esta perspectiva, Corbin nos precisa: “la operación alquímica se nos presenta como una operación eminentemente psico-espiritual, no porque los textos alquímicos sean una “alegoría del Alma”, sino porque las fases de la operación realmente realizada sobre una materia real simbolizan con las fases del retorno del Alma a sí misma”.

Como ya hemos visto, la Ciencia de la Balanza tiene por principio medir el deseo del Alma del mundo incorporado a cada sustancia (nivel energético del alma); siendo por ende, la Balanza de Jâbir la única “ciencia” capaz de medir el grado de “energía espiritual” del Alma incorporada a las Naturalezas; energía que sería liberada con posterioridad por el ministerio del alquimista, que de esta forma, a la vez que libera Naturaleza, libera también su propia alma.

En el Libro del Glorioso (Kitâb al-Mâjid), Jâbir nos revela de manera incomparable el vinculo que se establece entre su doctrina alquímica y la gnosis ismailí; en donde se analiza detalladamente el valor y el sentido de las tres letras simbólicas: ´ayn (que simboliza al Imâm ´Alî, el Silencioso, "sâmit"), mîm (que simboliza al profeta Muhammad, Nâtiq, anunciador de la sharî´at) y sîn (que simboliza a Salmân, el hojjat)(3).

Un intento de explicación de la ciencia centrada en estas tres letras, es dado por Corbin: “¿Quién es el sîn, el Glorioso? En ningún momento dice Jâbir que se trate del Imâm esperado, el Elixir (al-Iksîr) que, emanando del Espíritu divino, transfigurada la ciudad de este mundo (esta idea corresponde a la escatología de todo el shî´ismo). El Sîn es el Extranjero, el Expatriado (gharîb), el huérfano y solitario (Yatîm), aquel que por su propio esfuerzo a encontrado la vía y es el adoptado del Imam; aquel que muestra la pura luz del ´ayn (el Imam) a todos los que son extranjeros como él, Luz pura que deroga la Ley que “gehena” los cuerpos y las almas, Luz trasmitida desde Set, hijo de Adán, hasta Cristo, y de Cristo a Muhammad en la persona de Salmân”.

Al analizar la teoría Jabiriana, podemos ver en ella, una expresión de la gnosis en el mundo musulmán, la cual se remonta sin duda a la tradición neoplatónica. Dichos lazos entre pensadores musulmanes y sabios gnósticos no fueron raros; a modo de ejemplo podemos mencionar la afinidad de las ideas shî´itas gnósticas de Moghîra, con las del gnóstico Marcos; en lo concerniente a la composición del cuerpo a través del ordenamiento de las letras del alfabeto. En un antiguo tratado escrito en persa Omm al- Kitâb, citado por Corbin, las figuras y el orden de las letras son un signo de la jerarquía de los seres celestes y de los imames del shî´ismo.

Esta ciencia de las letras se puede resumir, citando las palabras de Bûnî: “Sabe que los secretos de Dios y los objetos de su ciencia, las realidades sutiles y las realidades densas, las cosas de arriba y las cosas de abajo, son de dos clases: están los números y están las letras. Los secretos de las letras en los números, y las epifanías de los números están en las letras. Los números son las realidades de arriba, y pertenecen a las entidades espirituales. Las letras pertenecen al círculo de las realidades materiales y del devenir”.

Esta “ciencia de las letras” (jafr) se basa en la permutación de las raíces árabes, que comenzó a ser inicialmente practicada en círculos gnósticos shî´itas, ciencia que con posterioridad sería tomado por algunos sabios sufis. En la doctrina de la balanza de Jâbir (la cual posee puntos en común con las doctrinas ismailies), la naturaleza se une al alma del mundo, la cual le comunica a esta, la armonía que le es propia: los cuerpos sometidos a los números y las almas contenidas en la lengua y la música. De esta manera, se establece una estrecha relación entre las estructuras de los cuerpos y la estructura del lenguaje. Por este motivo, nos precisa Paul Kaus: “que Jâbir rechaza la idea de que el lenguaje pueda ser el resultado de una institución o una convención: el lenguaje no es un accidente. No es una institución lo que lo explica, sino que deriva de una intención del Alma del mundo”.

La influencia del pensamiento griego en esta gnosis de la lengua y la palabra, la podemos rastrear hasta las especulaciones de Platón, en el Cratilo y el Timeo; en ambos pensadores hay una tendencia a restituir la palabra primitiva, cuya estructura reproduciría exactamente la del objeto de la designación. Es justamente este objetivo, el que llevo a Jâbir a centrarse en las permutaciones de las consonantes que componen las raíces de las palabras; que en las lenguas semitas se dividen en “raíces cortas” y “raíces largas”

De estos principios a través de los cuales, se pretendió elevar el principio de la permutación de las letras al rango de nueva disciplina lingüística, se llegaría a una etimología superior (ishtiqâq akbar), a través de la cual, se persigue reunir en un solo y mismo significado todas las permutaciones de una única raíz. En este punto, citaremos a Ibn Jinnî, filólogo, teólogo y filosofo, quién trasformaría profundamente la lengua árabe.





Yerko Isasmendi ®



Notas

1) Geber latinizado.
2) Exégesis Espiritual.
3) Corbin al respecto señala, que según el orden de preeminencia en que se situé a estas tres letras se obtiene el orden simbólico que tipifican el shî´ismo duodecimano (mîm, ´ayn, sîn), y el ismaelismo fatímida por una parte (´ayn, mîm sîn) , o el protoismailismo (de los Siete combates de Salmân del tratado Omm al-Kitâb) y el ismailismo de Alamut (´ayn, sîn, mîm) por otra; en este segundo caso, Salmân, el hojjat, tiene preferencia por sobre el mîm. Este orden de preferencia es justificado a través de una aplicación rigurosa del valor que descubre la Balanza de las tres letras.

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